sábado, 6 de noviembre de 2010

Despedida.

Porque a veces no tenemos la oportunidad de despedirnos.
Han ocurrido un sin fin de ocasiones en que llegamos al final de algo, muchas veces sin saber que será el final.  Y ese momento último quizá no lo aprovechamos lo suficiente como hubiéramos querido, o no lo recordamos con tanto detalle como quisiéramos. Un adiós puede marcar el final de algo, pero casi todo el tiempo, no sabemos si ese adiós, será el último adiós o si habrá otros adioses. Un abrazo, un beso, también son señales del final de algo.
¿Cómo saber que algo acaba? ¿Cómo saber que será el final del final? ¿Qué lo indica?

Dentro de nuestros corazones, creo que lo sabemos. Al recodar la escena final de un episodio de nuestra vida, nos damos cuenta que era el final, que todos los elementos estaban ahí para decirnos que era momento de terminar con esa etapa de nuestras vidas.

Si supiéramos que ese instante será el final, ¿cómo actuaríamos? ¿realmente aprovecharíamos el saber que ha llegado el final de algo?

La escena última de ese momento, cuando pasa a formar parte del pasado no se olvida, se queda en la mente, en donde cada que echamos un vistazo atrás aparece, no tan nítido, no tan exacto como quisiéramos, porque no le dimos la importancia necesaria, creyendo que habría más momentos. 

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